Por el área de comunicación de ADECES
A estas alturas ya se ha hecho evidente que la nueva administración de EEUU quiere conseguir que el resto del mundo, Europa incluida, satisfaga sus necesidades de seguridad, económicas, minerales, estratégicas o políticas.
Para ello, no ha dudado en recurrir (ya sea el presidente u otros miembros de su gobierno) a declaraciones agresivas referidas a la integración de territorios, al insulto y la vejación de países y líderes, al anuncio de aranceles o a la petición de la eliminación de regulaciones que afecten a las grandes tecnológicas de USA, a inmiscuirse en la política nacional, etc. En definitiva, a vulnerar las más elementales reglas internacionales, diplomáticas y comerciales.
Europa, por supuesto, también está entre los destinatarios de estas políticas, pero la cuestión ahora es saber cómo va a responder la UE, con múltiples riesgos de que afloren los intereses nacionales y, por tanto, se fragmente la necesaria unidad de actuación.
Para actuar, lo primero que tenemos que asumir es que nuestro histórico socio ya no es fiable y que precisamos ganar autonomía a marchas forzadas en diversas áreas: seguridad, tecnología e investigación, sin duda.
El debate sobre seguridad, que nadie se engañe, supera con creces el actual conflicto en Ucrania. Exista o no, Europa tendrá que definir su propia política de seguridad y el marco estratégico en el que ésta deberá desarrollarse, porque es evidente que las alianzas que forjaron la defensa del continente han dejado de existir ante los nuevos intereses geoestratégicos que acucian a los EEUU.
En este ámbito será preciso incrementar la inversión y dotarnos de tecnología y sistemas de armamentos que nos permitan avanzar hacía una política de defensa autónoma. Ahora bien, la inversión debería de ser eficiente y, por tanto, actuar con fórmulas que coordinen los esfuerzos nacionales y comunitarios. Además, dicha inversión debe gestionarse a través de la industria europea porque deberemos garantizar nuestra autonomía tanto en la adquisición de material como en sus recambios o actualización de software.
Ganar independencia tecnológica es otra de las materias en la que la UE deberá de hacer un serio esfuerzo y, en consecuencia, crear un ecosistema que posibilite la consolidación de empresas, ganar tamaño y desde esa posición incrementar las inversiones en innovación aplicadas a soluciones civiles o de seguridad.
Dicho esto, es preciso que Europa defienda un sistema de valores que han conformado su historia y lo haga ahora más que nunca porque las amenazas al mismo llegan desde el exterior, pero también y gravemente, desde el interior.
Este sistema de valores es preciso hacerlo valer ahora a través, por ejemplo, de una defensa de nuestra política y compromisos ambientales. Las presiones no deberían provocar una reducción de estos compromisos, sino su mantenimiento, si es necesario abriendo el abanico de nuestros socios comerciales.
Nuestros valores, es necesario hacerlos valer a través de la defensa de nuestras legislaciones relativas a la privacidad de los datos y a las leyes de Servicios Digitales y Mercados Digitales. Debemos exigir un comportamiento respetuoso con los ciudadanos europeos a las empresas que operan en nuestro mercado.
Por otro lado, es preciso que la UE, se abra a nuevos mercados que, bajo reglas de comercio compartidas, suplan los déficits que puede generar el distanciamiento del amigo americano.