Por Rosalía Vázquez Barrul, presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas Alboreá
Soy una mujer gitana que se considera ante todo una activista en la lucha por la igualdad. Admito que he tenido una vida bastante singular porque me ha tocado romper muchos esquemas, pero al mismo tiempo me siento afortunada por haber participado en momentos verdaderamente históricos en la historia de mi país, y sobre todo, en primera persona, los cambios históricos de mi pueblo, el pueblo gitano español. Y lo que puedo decir, sinceramente, es que he tenido consciencia de ello mientras transcurrían los hechos y he querido, yo misma, contribuir a ello.
Ya desde temprana edad venía participando de la mano de mi padre en ciertas labores sociales en mi Santander natal. Y a finales de los años 70, se me distinguió siendo elegida, por mayoría absoluta de votos, como presidenta de una de las primeras asociaciones gitanas compuesta por hombres y mujeres constituidas en el país. Una circunstancia inédita por aquel entonces para una mujer gitana y joven. Desempeñé ese cargo durante toda una década, y así se consolidó muy pronto mi experiencia asociativa.
He de reconocer que, visto desde hoy, tenía una agudeza e ingenio muy personales, además como persona educada con los valores de mi casa, que junto a mi deseo honesto de hacer el bien, marcaron una gestión que resultó muy exitosa, fruto de la cual se realizaron acciones muy significativas en Cantabria (lo cual hoy todavía me emociona recordar) como, por ejemplo y entre otras, el realojo de más de 60 familias gitanas en viviendas protegidas, la primera experiencia de cooperativa de vendedores ambulantes de España, y el primer estudio intensivo específico de salud de la población gitana de Santander implicando a toda la comunidad… Cada uno de estos episodios tenía detrás un sinfín de luchas y anécdotas que aún hoy se recuerdan y se conservan en las hemerotecas de la ciudad. Todo ello tuvo lugar gracias al enorme empeño y trabajo realizado en aquellos años, creía en lo que hacía y ponía mucha voluntad en el cambio, porque tenía un profundo convencimiento personal de que otra realidad para el pueblo gitano era posible.
Siendo una joven mujer gitana, ciertamente tuve que romper también, de manera increíble para la época, con ciertos esquemas sociales, sin referentes previos que me mostraran el camino. Me guié por mi instinto y comprobé que se iban abriendo puertas. Eso no quita que también tuviera que renunciar a cosas, y mantener los principios que había adoptado para el pueblo gitano, para la mujer en general, y para la mujer gitana en particular, lo que me acarreó también muchas dificultades y dolores. Pero finalmente, mis iniciativas fueron secundadas y aprobadas por los míos quienes creían en mí y en la dirección que había tomado. También supe recabar los apoyos sociales necesarios para la causa. Nunca supe bien cómo, pues me parecía increíble la manera de avanzar y muchas veces me pareció que el cielo premiaba mis esfuerzos. Eso me animaba a seguir adelante. Mi interés por la acción social me inclinó a sumarme a la avanzadilla del incipiente movimiento ciudadano organizado de la época. Como protagonista activa en un momento de cambio, me asomaba a descubrir el significado del nuevo sistema democrático.
La democracia. Una palabra nueva para mí. ¡¡Me atrajo inmediatamente!! Era una nueva oportunidad de cambio para la sociedad española, y también una oportunidad para todos los gitanos, de poder participar activamente en la construcción de un proyecto nuevo social más justo y más equitativo.
Junto a otros gitanos como Juan de Dios Ramírez Heredia, que se estaban sumando a esta nueva visión, iniciamos un movimiento que promovió la proliferación de iniciativas asociacionistas. Cuando salió la primera ley de asociaciones, el movimiento gitano se estaba organizando ya a nivel nacional y se constituyó la Unión Romaní Española.
Como mujer, yo ya había percibido que la cuestión de la mujer gitana era un asunto complejo que tenía que ser abordado desde una perspectiva diferente al enfoque con el que se le venía contemplando. Como conocedora de la cultura, desde dentro del seno de la comunidad gitana, tenía una panorámica diferente desde la que propuse crear y sentar las bases del inicio de una aventura feminista diferenciada y específica para la mujer gitana.
Llamando la atención sobre la problemática diferenciada de la mujer gitana en exclusión, fui pionera en revelar la realidad que vivíamos y explicaba que ello se debía a varios factores. Éramos víctimas de múltiple discriminación, interna y externamente, y que sujetas a distintos valores culturales, nuestra situación específica debía ser abordada teniendo en cuenta nuestros condicionantes y que era necesario conocer en primera persona esos retos, para poder desactivarlos desde dentro. Así fue, defendiendo esa idea, como se desarrolló un modelo de revolución feminista con el que pudieran identificarse las mujeres gitanas, y un discurso feminista coherente con nuestra idiosincrasia. El hecho de haber estado al frente de esas iniciativas, fue acostumbrando a la comunidad gitana y a la sociedad externa a ver una mujer gitana en la primera línea de representación y se creó con ello una tendencia, siendo ya un referente para otras mujeres, abriendo un espacio de visibilidad para la mujer gitana, y entraron las primeras brisas de libertad y empoderamiento.
Entonces me propuse analizar la situación real de la mujer gitana española, comenzando un recorrido por distintos puntos de España, para poder comprobar la diversidad de situaciones de la mujer gitana en las distintas comunidades autónomas, en un marco en el que también conté con algunas experiencias carcelarias de las mujeres, cumpliéndose un total de 7 años de recopilación de datos y promoviendo la creación de asociaciones gitanas en cada región.
Sería a partir de los seminarios que realicé en los años 1983 y 1986 en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Palacio de la Magdalena), cuando tomó verdadero impulso mi trabajo y mis gestiones culminaron, ya con suficiente experiencia a la espalda, en la constitución legal en 1995 de la Asociación de Mujeres Gitanas Alboreá de ámbito nacional.
Para entones ya habíamos ido una comisión de gitanos activistas al Parlamento Europeo donde tuve la oportunidad de intervenir. Estábamos abriendo los ojos.
Más tarde, en la década de los 90, me había convertido en un referente asociacionista cuando ya comenzaba a desarrollarse visiblemente un movimiento asociativo gitano femenino fuerte. Hoy por hoy, las asociaciones de mujeres gitanas son el único medio de expresión social para elevar nuestra voz, la única plataforma de autorrepresentación, participación y reivindicación de las mujeres gitanas. Actuamos por nosotras mismas y hemos creado en poco tiempo una revolución interna en nuestro pueblo que fue llamada “la revolución silenciosa”. Reconocimos el poder de las mujeres en el desarrollo de los pueblos, hemos revalorizado lo mejor de nuestro legado cultural y estamos realizando los cambios necesarios en el interior de nuestra comunidad para afrontar los retos de un mundo que avanza a pasos agigantados. Tenemos que identificar los tiempos, y actuar con las herramientas que facilita cada época. Nosotras, queremos estar presentes y activas frente a las promesas del futuro.
A partir de ese momento, comencé una andadura en continua interacción con las instituciones gubernamentales, interaccionando con el resto de asociaciones gitanas y no gitanas que han ido constituyendo el entramado civil de participación ciudadana. Y es en ese escenario, donde se gestó a lo largo de los últimos 40 años el llamado “Modelo Español” de integración de la comunidad gitana, basado en las estrategias propuestas después por Europa, que pudo contar con una plataforma organizada de la comunidad gitana española, aportando socialmente de una manera sin precedentes, y que llamó la atención de toda la comunidad europea.
Yo misma, promoví una segunda lectura de todo el proceso que generó ese “modelo” mencionado. Desde la visión interna de la propia comunidad gitana española, y de su contribución particular y sin par en toda Europa, quise denominarlo: “El otro Modelo Español”; visión que incluye las aportaciones gitanas que desde esa plataforma se han ido realizando a los esfuerzos por la lucha contra la exclusión social de la población gitana, la difusión para el conocimiento de la cultura gitana, los esfuerzos hacia una escolarización de calidad de los menores y mejorar el acceso a la enseñanza secundaria y superior de las/os jóvenes gitanos, y el gran trabajo para lograr mejoras en el acceso a la formación y a puestos de trabajo normalizados, por el reconocimiento del derecho al acceso a una vivienda digna, mejoras en salud de la ciudadanía gitana, promoción de una sensibilización social, y lucha contra el antigitanismo instalado en buena parte de la sociedad mayoritaria. Todo ello, contribuyendo con apoyo a las iniciativas institucionales, orientando y asesorando en la mejor manera de conseguir sacar a la comunidad gitana de la deplorable situación en la que se encontraba y aún se encuentra. No siempre nuestras voces son oídas, apreciadas y valoradas como información a tener en cuenta en la toma de decisiones.
Desde mi papel como presidenta, la Asociación de Mujeres Gitanas Alboreá se constituyó como una entidad de carácter social sin fines de lucro, que trabaja en coordinación con diferentes entidades e instituciones del entramado social, con el fin de crear un espacio socioeducativo, de desarrollo personal y comunitario para las mujeres gitanas y sus familias, a menudo en situación o riesgo de vulnerabilidad, marginación y/o exclusión social.
Alboreá viene desarrollando un discurso femenino y de intervención especializado propio, desde la perspectiva propiamente gitana, que hace hincapié en las necesidades específicas de la comunidad y aporta soluciones desde el punto de vista de los afectados por las políticas sociales, produciendo cambios y sensibilización en el ámbito de las administraciones y otros organismos, así como en ámbitos políticos y empresariales. Desde “Alboreá” asistí a varias cumbres europeas representando a España como mujer gitana, y estreché acuerdos, realicé aportaciones y formé parte de entidades y organismos a todos los niveles, como los que cito a continuación:
1- Consejo Estatal del Pueblo Gitano. (Órgano Consultivo del Estado).
2- Miembro del Consejo Asesor de la Fundación Pública Instituto de Cultura Gitana (Ministerio de Cultura).
3- Vocal del Consejo de Participación de la Mujer (Ministerio Igualdad).
4- Junta Directiva de la Coordinadora Española del Lobby Europeo de Mujeres.
5- Miembro de la Internacional Roma Women Network (IRWN) del Foro Mundial de las Naciones.
6- Colaboradora del Comité Consultivo sobre el Convenio Marco para la Protección de Minorías en Europa.
7- Plataforma Paneuropea Penkhalipe.
8- Vicepresidenta primera de la Mesa de Inclusión de la Población Gitana de la Comunidad de Madrid.
9- Participé en la elaboración del Informe Sombra para la O.N.U. de la CEDAW en 2013.
En el año 2015, la Comunidad de Cantabria realizó un homenaje en mi honor por el recorrido de toda una vida dedicada a la inclusión social de la población gitana española, y la Comunidad de Madrid tuvo a bien concederme la Medalla de Plata a la acción social, por la labor realizada durante más de 20 años en dicha comunidad autónoma.
Alboreá se hace eco de las necesidades de mejora de la situación de las iniciativas promovidas desde el Consejo de Europa a propósito de la población gitana y en contra de los abusos de pobreza y racismo que están sucediendo por toda Europa.
Por ejemplo, el Centro Europeo para los Derechos de los Roma, (ERRC) produjo en los últimos años un informe “Roma en una Unión Europea ampliada”, que aún hoy es uno de los documentos políticos más influyentes sobre los Roma hasta la fecha, instando a los países candidatos a cumplir la garantía de reconocimiento de que la situación de los romaníes es una cuestión prioritaria. El ERRC a menudo realiza informes a los Comités de la ONU, como el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) o el Comité para la Eliminación de toda Discriminación contra la Mujer (CEDAW) sobre la situación de los romaníes, y también está capacitando a activistas de derechos romaníes, entre ellos también a mujeres gitanas que serán de gran ayuda en la promoción de la lucha contra la discriminación y los ataques xenófobos.
Alboreá recoge el contenido del informe para la CEDAW, sobre la situación de las mujeres y niñas gitanas en Europa y específicamente en España. Dicho documento analiza vulneraciones en materias de derecho civil y penal, educación, empleo, salud, participación política y otras áreas importantes, formulando 18 recomendaciones al Gobierno de España que reflejan claramente la necesidad de políticas más efectivas para evitar la actual discriminación de las mujeres gitanas.
Discriminación Múltiple
Las mujeres gitanas, hoy en día en la sociedad española, como grupo étnico-cultural, padecen una situación distinta con respecto a la mayoría de mujeres, viéndose afectadas por los efectos de una grave discriminación múltiple: por ser mujeres en una sociedad patriarcal, por pertenecer a una minoría étnica que según los estudios sobre prejuicios sociales recibe la peor valoración social, y además por ser en gran número iletradas, debido a sus carencias en la formación.
Estamos ante un claro ejemplo de interseccionalidad. Se demuestra que el género en combinación con estereotipos raciales crea un tipo de barrera casi insalvable para la mujer gitana que se ve privada de recursos para defender sus derechos.
Así se produce una circunstancia en la cual las mujeres gitanas tienen por un lado que eliminar las barreras que impiden la igualdad de género en un sistema patriarcal, y por otro, luchar por la igualdad de oportunidades frente al resto de mujeres de la sociedad mayoritaria.
Hablar de mujeres gitanas significa hablar de diversidad y esta diversidad tiene que ver con los diferentes puntos de partida, actitudes y aptitudes en relación con la educación y la formación, el trabajo remunerado, el ámbito doméstico, y las posibilidades de participación social.
Participación de la mujer gitana
Alboreá estima que todavía son pocas las mujeres gitanas que ocupan cargos de responsabilidad política y civil. Habría que avanzar bastante en la promoción de su visibilidad y participación política. En este sentido, los partidos políticos apenas incluyen candidatas gitanas en sus listas, si bien en los dos últimos años se ha constatado cierto avance en este sentido y hoy contamos con dos mujeres gitanas en el Parlamento.
Las asociaciones de mujeres gitanas son un fenómeno de autogestión en crecimiento y muchas veces no cuentan con recursos suficientes para movilizar a sus congéneres. La misma discriminación que sufre individualmente como mujer gitana, la sufre también como entidad, y en la mayoría de las ocasiones, sale perdiendo en el reparto de los recursos.
Educación
La discriminación en el sistema educativo es una realidad para muchos niños y niñas gitanas.
Desde Alboreá opinamos a este respecto, que también la falta de adaptación curricular y la falta de gestión positiva de la diversidad en los centros educativos ejerce un efecto negativo en los niños gitanos desde su inicio e inciden directamente en el absentismo y el abandono temprano del sistema educativo.
Es muy inquietante la tendencia a la segregación en colegios públicos. En cuanto a las niñas gitanas, es cierto que abandonan los estudios en una proporción muy alta al concluir el ciclo elemental (el 90% frente al 70 % de los niños) lo que en muchas ocasiones es debido a los valores patriarcales.
Alboreá piensa que el futuro de la comunidad gitana pasa necesariamente por una educación de calidad, y opina que trabajar en educación es trabajar con las bases de la sociedad gitana e invertir en futuro.
También se prioriza el trabajar con las jóvenes y niñas gitanas y sus compañeros varones, los conceptos que ponen en valor la educación, como medio de evitar matrimonios tempranos y embarazos precoces, de eliminar roles sexistas, empoderando a las chicas y apoyándolas en la creación de su proyecto de vida, pues se comprueba que aquellas que permanecen en el sistema educativo, obtienen excelentes resultados a la altura de sus compañeras no gitanas.
Empleo
Las mujeres gitanas, según todas las investigaciones, tienen una tasa mayor de desempleo frente a los hombres en general, y también respecto a las mujeres no gitanas; y en referencia a los hombres gitanos, tienen un 65% de paro de su población activa frente al 33% de los varones no gitanos. Además, ellas sufren un elevado nivel de prejuicios cuando no una abierta hostilidad y rechazo por parte de los empleadores, de sus compañeros de trabajo, de los clientes…
Alboreá realiza una importante labor de sensibilización en este campo, tanto a nivel social, como en el mundo empresarial.
Salud
Las condiciones de vida y las condiciones de la vivienda de los gitanos tienen un grave impacto en su salud. Desgraciadamente, el personal médico a veces lo trata como “características culturales”. La esperanza de vida en la comunidad gitana es mucho menor que la del resto de la población (en al menos 10 años) y más aún si se trata de una mujer gitana, pues aún enfermas, cargan con el cuidado de sus familias.
En numerosas ocasiones las mujeres gitanas se lamentan de la hostilidad y la tendencia a la segregación de los hospitales y alertan de un aumento relevante y significativo de la discriminación durante la situación de emergencia derivada de la COVID19.
Motivos para el optimismo
Tras todo el trabajo realizado, en el que he invertido todas mis energías, en combinación con los esfuerzos de otras entidades y personas gitanas, el empeño de muchas familias y apoyos externos, puedo decir hoy que, a niveles generales, se ven avances significativos en algunos aspectos que justifican todo el trabajo empleado. Cada vez hay menos índice de absentismo y más jóvenes preparados para una vida profesional exitosa en todas las áreas de conocimiento: artistas, filósofos, sociólogos, abogados, médicos…
Los avances realizados por la mujer son especialmente relevantes. El gobierno español ha reconocido nuestro aporte a la cultura nacional y creó el Consejo Estatal del Pueblo Gitano y la Fundación Pública Instituto de Cultura Gitana, y ha reconocido oficialmente nuestros símbolos identitarios, como la bandera y el himno gitano, así como los días conmemorativos de nuestra historia. Recientemente se tomaron los acuerdos necesarios para incluir mención a los gitanos, su historia, lengua y cultura en el currículum educativo de las escuelas. Se han hecho muchos esfuerzos para la sensibilización y eliminación de las trazas de racismo social y con el reconocimiento del término antigitanismo, se reconoce una forma de racismo específico contra el pueblo gitano que aún perdura en la sociedad mayoritaria, y todo ello indica que estamos en el camino correcto.
A pesar de ello, lo cierto es que, en los últimos años, no ha habido cambios prácticos importantes en las condiciones generales de vida de la comunidad gitana. En todo caso, hay que señalar que bajo los efectos de la anterior crisis, y ahora, de la crisis de la pandemia, ha habido importantes retrocesos en todos los aspectos: salud, educación, empleo y en el índice de pobreza de la comunidad gitana, que, como efecto general de la feminización de la pobreza, afecta con mayor crudeza a la mujer gitana, y las consecuencias de todo ello están siendo verdaderamente dramáticas. Familias gitanas enteras en todas las regiones vienen sufriendo de forma cruel el doloroso calvario diario del aislamiento social en condiciones frecuentemente extremas y con muchas necesidades básicas. De modo que, estamos aún lejos de lograr los objetivos.
El campo de acción sigue activo, el camino es muy arduo, y estamos decididas a continuar. Se hace esencial toda colaboración y apoyo a la causa de la mujer gitana, desde todos los ámbitos de la acción socio-comunitaria, política, económica y cultural, y así lo hago constar.
No obstante, no podría despedirme sin hacer un especial llamamiento para salir de este abandono estructural, pidiendo encarecidamente a nuestros gobernantes, políticos, administraciones y entidades sociales que, de manera inminente, se sienten a tomar conciencia de las necesidades y de la situación que están viviendo los gitanos. Que cuenten con el punto de vista de las propias entidades gitanas, y que se tomen medidas y decisiones específicas con carácter urgente para que podamos superar los rigores del tiempo presente, con los menores daños posibles.
Imagen cedida por la Asociación de Mujeres Gitanas Alboreá
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Teléfono 912461478