Reflexiones de una cincuentera…un enero diferente

Dejábamos atrás 2020 con la ilusión de que el año nuevo nos aliviaría esa sensación de pérdida, de cansancio, de ansiedad…, y que con el proceso de vacunación en marcha, y cumpliendo las medidas preventivas, 2021 sería el año en el que acabaríamos con esta maldita pandemia.

Pero como diría John Lennon “La vida es lo que nos pasa mientras hacemos otros planes” y, ya desde sus primeros días, el 2021 demostró venir con su propia hoja de ruta.

Primero fue la nieve. Pasadas las navidades, España se cubrió de un manto blanco muy bonito cuando se trata de una postal o de una fotografía para el recuerdo, pero muy duro cuando fallan la organización y los recursos necesarios para hacer frente a una nevada de tres días seguidos.

Lo más triste es que estábamos advertidos, el día 5 de enero la AEMET emitía avisos para el 6 de enero y siguientes días por temporal de viento, fuertes lluvias y nevadas copiosas en amplias zonas del interior peninsular.

Así fue como llegó el caos: coches y autobuses atrapados en distintas carreteras y autopistas, problemas de movilidad para ir a trabajar o realizar la compra. Por poner un ejemplo: Madrid se transformó en una ciudad fantasma en la que salir de casa para llevar a cabo los quehaceres diarios se convirtió en un imposible para la mayoría y en una proeza digna de contar a los nietos para esa minoría que, tras andar kilómetros entre la nieve, conseguía llegar a su puesto de trabajo. Y mientras los ciudadanos tiraban de botas de montaña y las más diversas e ingeniosas soluciones para hacer frente a semejante panorama, los responsables políticos, esos que días antes aseguraban estar preparados, aparecían en nuestras pantallas de televisión en estado de shock.

Una vez más, fuimos los de siempre, los ciudadanos quienes nos esforzamos por aliviar la situación que estábamos viviendo: personal sanitario que doblaba turnos en los hospitales para cubrir las plazas de los compañeros que no podían llegar por culpa de la nevada, propietarios de vehículos todo terreno que trasladaban a los hospitales a enfermos o al personal, vecinos con palas para ir retirando la nieve de las aceras… y un largo etcétera.

Después de la nieve llegó una intensa ola de frío que cubrió el asfalto y los adoquines de nuestras calles de placas de hielo y provocó numerosas roturas de tuberías en los edificios, entre ellos el de la servidora que firma este artículo. Una vez más, pudimos comprobar que nuestros dirigentes políticos son bastante flojitos y que lo mejor que saben hacer es echarle la culpa al contrario.

Todo ello, y por si lo comentado parece poco, aderezado con una crisis sanitaria que arrastramos desde mitad de marzo del año pasado. Constatando, eso sí, como algunos covidiotas se dedicaban y se dedican a disfrutar en fiestas ilegales, algunas con una duración de casi 40 horas (rave de Llinars del Vallès); a bailar en la Puerta del Sol al ritmo de “La Macarena” o a lucir la mascarilla en el cuello como si fuera una bufanda, por no hablar de los que ni siquiera la llevan… ¡A ver si va a ser cierto que tenemos los políticos que nos merecemos!

Pero como no hay dos sin tres, ni tres sin cuatro, llegaron los caraduras de las vacunas a los que el protocolo de vacunación les parece algo que tienen que cumplir los ciudadanos no ellos ¿Quién se pensaran que son?

Y con esta perspectiva pienso en los miles de abuelos(as) que han fallecido en las residencias por la incompetencia de nuestros dirigentes, en el personal sanitario y de servicios sociales totalmente desbordado y padeciendo las secuelas físicas y psicológicas de esta pandemia, en los cuerpos de seguridad del Estado que tienen que aguantar los malos modos y a veces las agresiones de algunos irresponsables que se saltan las medidas para prevenir el Covid-19. Está claro que, como cantaban Los Secretos, hay personas con “poco apego a la vida”.

Imagen Archivo de ADECES

Autor: adeces asociacion
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