Por Carmela Curva
Llevo un tiempo especialmente cabreada. Sí, cabreada (cabrear, según la RAE: enfadar o poner de mal humor a alguien). Después de unos años de crisis que han destrozado a muchas familias, y unos recortes que han dado en la línea de flotación de pilares básicos de la sociedad como la educación, la sanidad o la dependencia, no hay día que no nos despertemos con escándalos que causan vergüenza a la mayoría de los ciudadanos.
Varias preguntas rondan por mi cabeza continuamente; ¿Qué nivel tienen nuestros políticos?, ¿Quién tiene la responsabilidad de que estos señores/as nos estén gobernando?
Lamentablemente las contestaciones son más dolorosas que las preguntas. El nivel de nuestros políticos es bajito, en términos educativos necesitan mejorar…MUCHO.
Y lo peor es que los ciudadanos tenemos la culpa de haber elegido a los políticos que rigen nuestros destinos.
¡Qué alejados están de la sociedad!
Muchos de nuestros niños empiezan el curso escolar en barracones que pretenden ser aulas entre cascotes, con casco y chalecos reflectantes; eso no es importante.
Aulas masificadas, los maestros sufriendo agresiones por parte de los alumnos y sus familiares…; eso no es importante.
Nuestros médicos de atención primaria (MAP) atienden a 40 o 50 pacientes cada día; eso no es importante.
Expedientes de dependencia aprobados, y a las familias no les llegan las ayudas; eso no es importante.
Y entonces me pregunto: ¿Qué es importante para estos señores y señoras?