PAIDEIA, trabajando para que los jóvenes alcancen una vida mejor

Por David López Gallego, trabajador social de PAIDEIA

La Asociación para la Integración del Menor PAIDEIA, se creó en 1986 con el objetivo de mejorar la calidad de vida de niños, niñas y adolescentes, principalmente aquellos que se encuentran protegidos por no poder vivir con sus familias.

Llevamos más de 30 años luchando por el cumplimiento de sus derechos, de erradicar situaciones de cualquier tipo de abuso, así como de prevenir situaciones de riesgo o desventaja social de estos colectivos con mayor vulnerabilidad.

¿Cómo comienza nuestra Entidad y por qué?

Varias personas, sensibilizadas y concienciadas por la situación de los niños y niñas en centros de protección de menores de la Comunidad de Madrid, comienzan a visitar estos centros y proponen a la administración pública, la necesidad de que los menores se desarrollen en un ambiente más personal e individual. Por ello, se crean pisos para que convivan 6 chicos de edades comprendidas entre los 12 y 17 años, con educadores y educadoras, y potenciar una vida lo más normalizada y familiar posible.

Poco a poco, y considerando los buenos resultados del piso que se había puesto en marcha, comenzamos a ampliar, y llegó el segundo, y el tercero, y el cuarto… A día de hoy, la Asociación Paideia, gestiona 17 recursos residenciales para 151 menores, de edades comprendidas entre los 0 y 18 años: pisos de adolescentes, hogares, centros de primera acogida y valoración, que están repartidos por la Comunidad de Madrid y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

En nuestra trayectoria, es imprescindible mencionar los Centros de Día. En el año 1998, identificamos en el barrio de Lavapiés (Madrid), necesidades entre los más pequeños, y aunque vivían con sus familias, observamos situaciones de vulnerabilidad que nos hizo reflexionar y pensar de nuevo en alternativas educativas para poder mejorar su calidad de vida.

Muchos de los niños y niñas que había en ese momento en Lavapiés eran extranjeros, principalmente de Marruecos. Vivían en pisos muy pequeños, con alta tasa de paro, escasas ayudas y con la necesidad de apoyo escolar para poder tener un nivel aceptable de castellano.

El Centro de Día de Lavapiés abría sus puertas en 1998 para ofrecer apoyo escolar, refuerzo educativo, ocio, tiempo libre, deportes y atención familiar a la población del barrio, que suponía entre nuestros beneficiarios, un 90% de población extranjera.

En coordinación con los colegios e institutos de la zona, servicios sociales municipales, instituciones y otras entidades del sector, el Centro de Día de Lavapiés, se transformó en un lugar de encuentro, de apoyo a la infancia y de participación de muchos profesionales, universidades y como no, de los niños, niñas y adolescentes del barrio.

En el año 2000 pudimos observar que la población de Lavapiés cambiaba. Empezaron a venir niños marroquíes que llegaban sin sus familias, y que acudían al barrio por el gran porcentaje de población extranjera que vivía allí. Seguramente, familias procedentes de Marruecos que estaban ya instaladas como vecinos y vecinas de este barrio multicolor y les podían echar una mano.

Pasaron a llamarse MENAS (menores no acompañados), que cambiaron la foto del barrio de Lavapiés.

Desde la Asociación Paideia, solicitado por las administraciones locales, pensamos en cómo poder intervenir con esta población que tenía unas características muy especiales; la mayoría de ellos habían viajado desde Marruecos debajo de los camiones o autobuses, tenían el objetivo de buscar en España lo que no podían desarrollar en su país; una formación pre laboral y por consiguiente, un trabajo para poder colaborar con la economía de su familia.

El sistema de protección de la Comunidad de Madrid no estaba preparado para asumir a cientos de menores marroquíes que llegaban con un objetivo laboral. Además, el sistema educativo obligaba a que los menores de dieciséis años tenían que estar escolarizados. Y los niños que llegaban con catorce o quince años, no tenían la capacidad, ni el idioma para poder soportar más de seis horas en clases de matemáticas, química, biología o lengua castellana.

El tejido asociativo se movilizó y empezó a financiar proyectos formativos de electricidad, carpintería, mecánica o cocina. De esta manera, los adolescentes extranjeros podían aprender un oficio y cuando finalizaban la formación, se integraban en un itinerario de inserción laboral más estable.

Con la llegada de tantos menores extranjeros, cambió la población infantil y juvenil en el sistema de protección. Hubo épocas en las que en los pisos de nuestra Entidad, había un 90% de menores extranjeros no acompañados.

Pero no terminábamos de entender como la situación de un país, obligaba a sus adolescentes tan pequeños a irse y emprender una nueva vida, alejados de sus familias, su cultura, sus amigos…su arraigo.

Por ello, decidimos embarcarnos en un nuevo viaje; nos íbamos a Marruecos a conocer el sistema de protección de menores. Gracias al Consulado en Madrid visitamos la mayoría de los centros de protección en el país alauita. Y pudimos comprobar que los centros no funcionaban como trabajábamos en España; no había proyectos individuales, ni separación por edades, ni espacios de participación, ni de posibilidad de escuchar a los menores expresarse, ni equipos educativos formados. Tampoco había un sistema de acogimiento familiar que al menos, pudiese ofrecer una alternativa de vivir en familia a los menores de los centros.

Emprender un nuevo viaje entraña riesgo, pero ya estábamos acostumbrados a la ilusión que producía la creación de nuevas experiencias y proyectos; decidimos trabajar en Marruecos con el apoyo de la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y otras instituciones públicas y privadas.

Han sido casi diez años de nuestro trabajo en el país y hemos podido contribuir a transformar el sistema de protección de menores. A través de los proyectos de cooperación, pudimos crear junto con el gobierno de Marruecos y asociaciones locales: tres centros de protección, una granja psicopedagógica para menores en situación de calle, programas de prevención de la emigración infantil irregular en escuelas, intervención con niños en situación de calle, programas de alfabetización para mujeres, escuelas infantiles y talleres de formación profesional para jóvenes en situación vulnerable.

Como todo proyecto de cooperación, tiene que haber un día de despedida y sobre todo, de traspaso de todo nuestro trabajo a las asociaciones marroquíes y al propio gobierno, para que continúen con lo que empezamos. El sistema de protección en Marruecos ha mejorado notablemente, y en la actualidad, se desarrollan programas innovadores que mejoran la integración social y educativa de menores en situación vulnerable.

La migración de los menores procedentes de Marruecos y el África subsahariana sigue siendo un hecho en la actualidad. Algunos utilizan España como puente a otros países europeos. Otros, deciden quedarse y son acogidos por los sistemas de protección de las diferentes Comunidades Autónomas.

Cuando son menores de edad, todas sus necesidades son cubiertas por el sistema de protección. Son menores sin familia, por lo que están en situación de desamparo, y como derecho fundamental, deben de estar tutelados. Muchos de estos menores han sido y son los usuarios y usuarias de nuestros recursos. La gran mayoría, se comprometen con su proyecto personal.

El proyecto personal o individual, es una herramienta educativa que trabajamos con los niños, niñas y adolescentes. Se trata de identificar objetivos y cómo tienen que alcanzarlos en cada una de las áreas de su vida: el colegio, el taller formativo, la adquisición de habilidades personales y sociales…

Pero, ¿qué hacemos cuando cumplen dieciocho años? Al ser mayores de edad, las Comunidades Autónomas ya no pueden tutelarles. Nos encontramos con chicos y chicas con dieciocho años (la mayoría documentados) finalizando una formación o buscando un trabajo. A veces con experiencia y otras veces sin haberla tenido en un primer empleo. Algunos sabiendo cocinar otros sin saber qué deben de comprar en el supermercado.

Cuando son menores de edad, sobre todo a partir de los dieciséis años, intentamos trabajar esta parte de autonomía, pero muchas veces, los menores que ingresan en nuestros centros tienen diecisiete años y medio, y por tanto, solo tenemos algunos meses para que adquieran las habilidades y estrategias.

Además, la mayor parte de éstos menores, no tienen familia en España, por lo que no podemos acudir a adultos de referencia. Misión imposible.

En el año 2016, nuestra Entidad, así como otras asociaciones del mismo sector, empezamos un nuevo proyecto; los pisos de autonomía para jóvenes.

Los pisos de autonomía para jóvenes que han estado tutelados en su minoría de edad, son recursos de convivencia de cinco o seis chicos y chicas mayores de dieciocho años. Permanecen en estos pisos, el tiempo suficiente para ser totalmente autónomos.

¿Y cuándo sabemos que adquieren esta autonomía?

Tenemos tres indicadores fundamentales, que si se cumplen, los jóvenes salen de los pisos para poder vivir de forma autónoma:

1.- Tener documentación que les permita trabajar y estar en situación laboral activa.

2.- Tener adquiridas habilidades sociales y personales, como por ejemplo, hacer la compra con un presupuesto dado, cocinar, mantener la limpieza de espacios propios y comunes, conocer las facturas del gas, agua y energía eléctrica, etc.

3.- Los jóvenes deben de haber ahorrado al menos, el cincuenta por ciento de su salario mensual. Cuando llega el momento, este ahorro, les permite poder financiar dos o tres meses de alquiler de una habitación, la fianza y las primeras compras en cuanto a sus necesidades básicas se refieren.

Durante esta estancia en los pisos de mayores de edad, no hay presencia educativa constante, ya que potenciamos que los jóvenes puedan resolver entre ellos los posibles conflictos que puedan surgir. Los responsables de estos pisos, acuden varias veces por semana para verificar la limpieza, dar el dinero semanal para la alimentación, recoger las facturas de las compras realizadas o resolver dudas que puedan plantear cada uno de ellos.

Mentiría si dijera que el cien por cien de los chicos que han estado en los pisos de autonomía, viven en la actualidad de forma independiente. Hay chicos que no han seguido, chicos que continúan en los pisos, y muchos de ellos que actualmente disponen de un trabajo, una habitación en una vivienda compartida, una pareja, disfrutan de un ocio, envían dinero a sus países de origen para ayudar a sus familias, practican algún deporte, van al médico, pagan sus impuestos y hacen la declaración de la renta, cantan, ríen, duermen y lloran.

Son ellos. Seres humanos que salieron de sus países para encontrar una vida mejor. Y muchos de ellos y ellas, lo consiguen.

Imagen cedida por la Asociación para la Integración del Menor PAIDEIA

www.asociacionpaideia.org

Teléfono 914295132

Autor: adeces asociacion
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