Por Carmen González, responsable de comunicación
Fundación Balia nació en el 2001 cuando la buena situación económica atrajo a muchas personas a las grandes ciudades en busca de una vida nueva y mejor. Las largas jornadas laborales y la llegada de personas migrantes sin ninguna red de apoyo en nuestro país, hizo que aparecieran “los niños de la llave”. Niños y niñas sin recursos que terminaban el colegio y que con su llave colgada del cuello abrían las puertas de sus viviendas y pasaban las tardes sin ningún adulto. Muchos incluso adquirían la responsabilidad de cuidar de sus hermanos y hermanas más pequeños.
Fue entonces cuando tres mujeres, María, Ana y Teresa buscaron un proyecto que protegiera a la infancia más indefensa. Estas mujeres que procedían del ámbito de la empresa y la educación enseguida repararon en la situación de estos menores y buscaron un barrio donde esta ayuda era muy necesaria. No tuvieron que irse muy lejos, a tan solo dos calles de uno de los distritos financieros de la ciudad se encuentra el barrio de Tetuán, allí comenzaba Balia con un claro objetivo: combatir la pobreza infantil a través de la educación y apoyar emocionalmente a los menores y a sus familias.
Fundación Balia ha pasado de un equipo de 5 personas que trabajaban con 30 menores a atender a 5.000 personas al año y contar con un equipo multidisciplinar de 118 trabajadores y 300 personas voluntarias. Ya no solo se trabaja en Madrid, sino que los proyectos llegan a otros barrios necesitados en Guadalajara y Sevilla.
Ashley, Diego y Nerea llegan cada tarde a Balia después del cole para merendar, hacer los deberes, realizar talleres y actividades que les ayuden a desarrollar las herramientas necesarias para poder enfrentarse a su futuro. Son 3 nombres, 3 ejemplos de la pobreza infantil en España, una situación que se está enquistando y que afecta a 1 de cada 3 niños y niñas en nuestro país. La crisis económica y la pandemia han dejado a muchas familias en una situación de pobreza de la que ya no han podido salir y la tasa de riesgo de pobreza y exclusión afecta ya en España, a 2,2 millones de niños y niñas. El aumento constante de la desigualdad la ha convertido en hereditaria y esta pérdida de talento es un riesgo que no nos podemos permitir.
Por esta razón hoy más que nunca la labor de Balia se ha convertido en una necesidad, un espacio seguro dónde los niños, niñas y adolescentes cuentan con las oportunidades necesarias para poder progresar en sus estudios y desarrollarse como adultos felices e integrados en la sociedad. La pobreza afecta a los menores de muchas maneras: mala alimentación, infraviviendas, pobreza energética, brecha digital, pero sobre todo les afecta a nivel psicológico y emocional.
Cada tarde en Balia se desarrollan estrategias emocionales, desde que se abre la puerta y se pregunta a los/as menores cómo están con una sonrisa.
Meriendan y socializan con sus compañeros. También hay momentos para el descanso y la regulación del estrés antes de enfrentarse a los deberes. Gracias al equipo educativo pueden contar con el apoyo escolar que de otra manera no podrían recibir. Además, se refuerzan las materias que necesitan consolidar y que en muchos casos les frustra y hace que no puedan seguir el ritmo del resto de sus compañeros y compañeras de clase.
Hoy en día es fundamental el conocimiento del inglés y el desarrollo de competencias digitales y por eso en Balia se trabaja de manera especial en el modelo educativo. El arte y la cultura también son importantes, por este motivo se intenta que todos los niños y niñas visiten museos, exposiciones y realicen actividades de ocio, el objetivo es que vivan experiencias educativas que complementen su educación reglada.
En verano cuando ya no hay comedores escolares y la realidad para las familias en situación de vulnerabilidad es más dramática, Balia ofrece colonias urbanas durante las vacaciones. De esta manera se garantiza que los menores se alimenten adecuadamente y disfruten de las vacaciones en un entorno amable, con excusiones y actividades de ocio en las que se trabaja la educación en valores y la inteligencia emocional.
A partir de los 12 y hasta los 18 años, se trabaja con los adolescentes adaptándose a su realidad. En estas edades es más importante la gestión emocional, la resolución de conflictos de manera positiva y la prevención de adicciones. También se desarrollan programas deportivos como herramienta educativa, con la que se trabajan muchos valores que les serán de utilidad para su futuro: la puntualidad, el trabajo en equipo, el liderazgo, el esfuerzo, la superación etc… Además, se les apoya y orienta en sus estudios y en su futuro.
Todo esto forma parte de un modelo pedagógico propio. En Balia se busca que estos niños, niñas y adolescentes tengan éxito escolar y no abandonen sus estudios, pero también es muy importante que sean buenas personas y que contribuyan a mejorar la sociedad. Y se logra viendo la respuesta de chicos y chicas que colaboran como personas voluntarias una vez que terminan los programas.
Porque, al fin y al cabo, en Balia se educa no solo la mente sino también el corazón.
Imagen cedida por Fundación Balia
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