Las peligrosas consecuencias de las redes como canal del discurso de odio

Por Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB)

El anuncio de la aprobación de una legislación en favor de los derechos de las personas trans nos ha situado a las personas trans en el foco mediático durante las últimas semanas. Nosotras, que hemos sido durante décadas las grandes desconocidas, personas marginadas y condenadas al ostracismo social de pronto estamos en boca de todo el mundo.

Gracias a la labor informativa de muchos profesionales, responsables y comprometidos con un periodismo de calidad, se nos está conociendo. Informar sobre quiénes somos, qué nos pasa, qué necesitamos y por qué hay que legislar para garantizar nuestros derechos contribuye a derribar estigmas y prejuicios y a combatir la discriminación.

Solo podemos decir GRACIAS a todos los profesionales de la información que con su labor incansable trasladan a la ciudadanía todos los problemas sociales que nos afectan y las vulnerabilidades que sufrimos. Porque somos una minoría estigmatizada y excluida socialmente. Se estima que somos entre el 0,1% y el 2% de la población, pero ni siquiera hay datos porque hasta ahora no se ha tenido en cuenta nuestra existencia y vivimos en un país cuya legislación nos cataloga de enfermas mentales.

Ser visibles en la esfera pública es un gran salto para el reconocimiento social. Sin embargo, se están dando solo los primeros pasos para que se nos conozca, para que se derriben los estereotipos con los que la sociedad nos ha asociado hasta ahora. Ya sabemos que lo que no se nombra no existe, pero cuando algo es muy desconocido no basta con nombrarlo, hay que explicarlo y ser muy consciente de los conceptos con los que esta nueva realidad se relaciona.

Y es que, la información puede volverse en contra de las personas más vulnerables si no se rige por la óptica de los derechos humanos. Ya nos dimos cuenta de que si hablamos de los MENAS (término popularizado por Vox con una intención muy concreta) quien escuchaba, inconscientemente dejaba de relacionarlos con el hecho de que solo son menores. De igual modo, si se asocia constantemente el término “trans” con la idea de “amenaza” para el resto, quien escucha asociará estos dos conceptos inconscientemente.

Señalar a una minoría social como una amenaza es peligroso y, por desgracia, nos suena ya demasiado. Ante todo, queremos recordar que las personas trans somos personas. PERSONAS. Ni polémicas políticas, ni teorías, ni medallas de nadie. Somos personas que tratamos de sobrevivir en este mundo como cualquier otra y ser felices como cualquier otra, pero con muchas más barreras sociales y económicas que la mayoría. Y la proliferación de este discurso, el que nos asocia con potenciales violadores o agresores, nos está pasando factura en nuestro día a día. Las personas trans no hemos buscado el debate de la confrontación, sino conquistar los derechos que se nos deben conforme a la Constitución Española y a las normas internacionales.

Ya está sucediendo y lo peor no es que suceda contra las personas activistas que estamos voluntariamente expuestas ante los medios, en debates y en las redes sociales. Lo peor es que sucede contra las personas más vulnerables, contra adolescentes y jóvenes que reciben amenazas a diario, ya no solo a través de sus redes sociales, sino también en sus espacios físicos de socialización.

La información es poder y la información en sí misma tiene el poder de influir en la sociedad que la consume. Seamos responsables, no la convirtamos en desinformación, no caigamos en las redes del discurso de odio.

Imagen cedida por FELGTB

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Autor: adeces asociacion
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