Por Miguel A.V.
No se puede decir una cosa y hacer la contraria, o mejor dicho, se puede, pero no se debe. Y ya hacerlo dos veces por el mismo motivo, es “sorprendente” que diría el expresidente de la Xunta de Galicia y hoy presidente del Partido Popular.
En el verano de 2021 la Xunta presidida por Feijóo ignoró los avisos de Iberdrola de que procedería a vaciar el embalse de Cenza y el embalse de As Portas. En consecuencia, el Gobierno Gallego renunció a ejecutar sus competencias en la materia.
Sin embargo, esta no fue la única sorpresa. En diciembre de 2020, con la aprobación de Ley de Pesca Continental, calificaba el vaciado de embalse de falta grave sancionable con multas de entre 3.001 y 25.000 euros; alterando el Reglamento de Pesca Fluvial de Galicia del año 1997, que calificaba el vaciado de falta muy grave y permitía sanciones entre cinco y cincuenta millones de pesetas -entre 30.005 y 300.506 euros. Una rebaja del ya de por si escaso régimen sancionador del 90%.
Por supuesto, el expresidente de la Xunta se indignó en su momento, pero su indignación no se corresponde con el cambio legislativo acometido ni con la falta de asunción de competencias.
En fin, un régimen sancionador insignificante comparando con el perjuicio que produce a las habitantes de ciudades y, sobre todo al rural de Galicia: poblaciones a las que se les restringe el agua (mientras las eléctricas, obtienen beneficios astronómicos); la devastación de los pueblos por falta de agua y de medios, más de 70000 hectáreas, en lo que va de año, fulminadas por los incendios y un gran número de viviendas; la forma de vida rural aniquilada.
En Valdehorras 15 viviendas; en O Courel una aldea totalmente devastada; en Zamora, además de las dos vidas humanas, hay que contar los desalojos de las viviendas, las pérdidas de animales, frutales, vides y un sinfín de vida. Ahora, valoremos y obremos en consecuencia.
Tampoco la supuesta indignación se corresponde con la protección del ciudadano, con políticas activas frente al cambio climático, con la protección que requiere la España vaciada. Esto no es demagogia, es la realidad.