Huellas: la protectora que trabaja sin descanso desde 1994

Evitar el sufrimiento innecesario a los animales ha sido siempre su objetivo

Por Isabel Martín, presidenta de la Protectora de Animales Huellas

En una ciudad de provincias como Ávila eran muchísimos los perros que en los años 90 merodeaban, mendigaban y deambulaban por las calles, con parásitos, con hambre y con heridas. Se les veía por las afueras de la ciudad y por el asfalto, caminaban incluso cercanos a las personas, se reproducián en la calle sin control y se movían a poca distancia. Se espantaban o se sentaban en las aceras y jardines ante la vista indiferente de casi todos los ciudadanos que los veían sin mirarlos.

Expertos laceros empleados del ayuntamiento lograban capturar algunos de los perros que molestaban demasiado o aquellos que repugnaban o asustaban con su comportamiento. Los atrapaban y los llevaban quién sabe dónde para darles muerte, quién sabe cómo.

Pero por aquel entonces, ya algunas personas de todas las edades eran conscientes de que los animales que pululaban por la ciudad no eran seres insensibles. Se estremecían cuando oían los lamentos de un perro al que apaleaban, o arrastraban con una cuerda o le tiraban piedras. Percibían la miseria en la que vivían y el corazón se les llenaba de compasión, a la vez que el cerebro pensaba algo más que “pobre animal”.

Así que se pusieron manos a la obra. Eran los primeros voluntarios. Les ponían algo de comida y agua en cualquier punto de la calle para que pudieran sobrevivir. Incluso les hacían corralitos o techos en algún rincón de callejones y empezaron a llevarse alguno a casa, a los huertos cercados o a fincas particulares. Les movía la compasión por esos perros generalmente mestizos, sin raza, nacidos y crecidos sin control. Eran personas a las que inquietaba el sufrimiento inútil que se le infringía a los animales de compañía. Ya lo había dicho Albert Schweitzer, médico, filósofo, teólogo, músico y Premio Nobel de la Paz en 1952:”No me importa saber si un animal puede razonar. Solo sé que es capaz de sufrir y por ello lo considero mi prójimo“.

Para ser más fuertes y tener entidad propia, aquel grupo de personas se constituyó en asociación en mayo de 1994. Se redactaron unos estatutos con objetivos claros de actuación, encaminados a la defensa de los animales, se nombró una Junta Directiva y se registró en el Gobierno Civil de entonces: Sociedad Abulense Protectora de Animales y Plantas. El espíritu que reinaba era la creencia y el convencimiento de que el ser humano ya no era el centro de la creación del planeta Tierra. De que había más seres vivos poblando el planeta y que debían tener una vida digna y merecedora de todo respeto.

El grupo de socios, amigos, colaboradores y voluntarios se hacia un poquito más grande mientras seguíamos recogiendo perros en muy mal estado, y se empezaban a recuperar en casas, fincas y jardines, a la vez que se les esterilizaba. Eran los primeros pasos de la adopción.

Jesús Mosterín, el filósofo que públicamente amaba y defendía a los animales, uno de los intelectuales que más se ha significado en los últimos años en la defensa de sus derechos, publicó en el año 1998 su libro “Vivan los Animales”. Con él nos uníamos a las manifestaciones antitaurinas y al mismo tiempo tomábamos conciencia de cómo los animales más cercanos, los de granja, eran trasladados cruelmente a los mataderos. Los de compañía o los utilizados para la caza y espectáculos varios en este país eran maltratados y recibían un abuso brutal, siempre contrario a su dignidad de seres sintientes.

Apelábamos a los estados más “civilizados” en Europa, que trataban a sus animales con derechos propios, incluso se les mencionaba en sus constituciones. De ahí que estuviésemos muy pendientes cuando la Comunidad Autónoma de Castilla y León redactó y publicó su Ley 5/1997, de 24 de abril, de protección de los animales de compañía. Acorde con la sensibilidad de los ciudadanos y los derechos de los animales a llevar una vida digna. Un marco legal desde el cual ya se podían hacer cosas en serio.

Con la ley en la mano ya no tenía excusa nuestro ayuntamiento para obviar su responsabilidad en este asunto. Más aún cuando en esta ciudad no había una perrera municipal. Hoy, por fortuna, podemos estar satisfechos de que no la haya. Aunque teníamos socios, colaboradores y voluntarios solidarios, no era suficiente y desde el minuto cero se hizo una gestión transparente de los recursos para poder incorporar más aportaciones económicas que nos permitieran alimentar a los perros y a los primeros gatos callejeros que también se nos ponían en el camino. La propia ley nos amparaba. No valía eludir la responsabilidad. Los ayuntamientos tienen la obligación legal de controlar los animales en la ciudad y el argumento de que nadie podría hacer esta tarea de iniciativa ciudadana más barato ni mejor que una protectora de animales como la nuestra convenció a los técnicos y políticos. Poco después el presupuesto municipal nos asignaba unas pocas de pesetas al año en calidad de subvención como a una asociación más de la ciudad.

En el año 2000 teníamos más de 60 perros albergados, y algunos gatos. Había que darles de comer a todos, curarlos, rehabilitarlos y esterilizarlos. Se empezaron a hacer turnos para ir a llevarles comida y cuidados, se evitaban camadas indeseadas mediante la esterilización. Pero no había recursos humanos ni económicos suficientes. Desfallecían las fuerzas y seguíamos pidiendo ayuda al ayuntamiento, porque se necesitaba una finca única como albergue.

Y primero fueron 2000 metros de parcela cedidos por el ayuntamiento a los que la propia asociación, pocos años más tarde, añadió 4000 metros cuadrados más. La protectora firmó un crédito con la Caja de Ahorros local para poder pagar poco a poco la propiedad. Pusimos la luz, el agua y podíamos finalmente organizar mucho mejor la recogida, los cuidados, la distribución de los animales. Y sobre todo teníamos la seguridad y la garantía de que era propiedad de los asociados.

La incorporación de un teléfono móvil y la creación de una página web ayudaron infinitamente a la comunicación y la divulgación de nuestra organización. Y hacíamos cuentas mes a mes, con las aportaciones de los socios y colaboradores fieles, las que caían en las huchas que colocábamos en algunos establecimientos, las de los mercadillos de cosas usadas que organizábamos en la calle. Seguíamos recogiendo animales, heridos, abandonados y muy mal tratados. A los gastos de pienso y comida se empezaban a acumular los gastos veterinarios. En los primeros años del siglo XXI, lejos de aliviarse la situación descubríamos como había cada vez más abandono y más maltrato, al menos así lo percibíamos. La gente se iba de vacaciones y el abandono frecuente era dejarlos en las gasolineras o atados a la farola. Nos encontrábamos perros desechados o perdidos después de las temporadas de la caza con tremendas heridas. Madres famélicas recién paridas con todos sus cachorros …

Y fue por entonces cuando empezamos a rescatar también a los galgos, porque se les colgaba en los montes. Eran aquellos años aciagos en los que se contaban por cientos los galgos ahorcados en los encinares de Castilla. Galgos con tres patas, con quemaduras, con el cuello rajado para arrancarle el microchip, si es que lo tenían. Galgos exhaustos recorriendo kilómetros por los caminos para escapar del horror de su persecución.

El agobio no cesaba. Aumentaba mucho el número de animales en mal estado: se recogían entre 250 y 300 perros al año, de ellos muchísimos cachorros de camadas tiradas literalmente a la calle.

Los estudios avanzados de la neurociencia también lo confirman: los animales sienten y sufren. “No estamos solos en el Universo. Somos animales entre animales, compañeros de viaje sobre la nave Tierra. Estudiar a los animales es estudiarnos a nosotros mismos” Kepa Tamames nos lo confirmaba también en su libro publicado por aquellos años: “Tu también eres un animal”.

Hoy Huellas, con el esfuerzo de mucha gente comprometida y fiel a lo largo de todos estos años, cuenta con un Centro de Atención a los Animales que alberga 202 perros y casi 70 gatos. En una pequeña ciudad de provincias donde, afortunadamente, no hay perrera municipal, tiene firmado un convenio de colaboración con el ayuntamiento, de manera que el servicio de recogida y protección de animales abandonados y extraviados se realiza exclusivamente por la Protectora de Animales Huellas. Denominada así desde el año 2013, que asegura el sacrificio cero y que ha conseguido después de tantos años de esfuerzo y sensibilización que muchos de los animales recuperados puedan vivir en familia, como compañeros de viaje de muchas personas.

En estos días aciagos en los que la humanidad está más que preocupada por la amenaza brutal que un virus está perpetrando a la especie humana, los animales de compañía también están jugando un papel importante en la vida privada de muchas personas. Compañía en los paseos, en el confinamiento, y es más, se les puede abrazar.

Por eso y por muchas cosas más, seguimos realizando actividades encaminadas al cumplimiento de los objetivos de la Protectora Huellas de Ávila. Colaboramos con muchas asociaciones de la ciudad en programas de terapia asistida con animales, ya que están probados los efectos beneficiosos para las personas que proporciona la compañía de una mascota. Y queremos seguir evitando el sufrimiento inútil a los animales de nuestro entorno, sensibilizando mediante campañas en centros escolares y con actividades lúdicas para los más pequeños.

El camino que se ha marcado la protectora Huellas está en sus estatutos:

• Divulgación y asesoramiento sobre el correcto cuidado de los animales de compañía.

• Fomento de la tenencia responsable mediante distintas acciones divulgativas y de concienciación en nuestra ciudad y provincia.

• Campaña de control de natalidad en animales de compañía.

• Gestión de su Centro de Recogida y Adopción de Animales.

Información sobre Huellas

Huellas es una Entidad Colaboradora de la Administración para la defensa y protección de los animales de compañía de Castilla y León  (Reg. Nº EC-05-001) y fue declarada de Utilidad Pública, mediante la Orden INT/3928/2005, de 24 de noviembre (BOE 16 de dic.2005). Está acogida hoy al régimen fiscal especial que contempla la ley 49/2002 de Régimen Fiscal de las entidades sin fines lucrativo y de los incentivos fiscales al mecenazgo, por lo que las personas y entidades que realizan donaciones podrán desgravarse en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas hasta un 25% del importe de los donativos, donaciones y aportaciones realizadas.

Agradecimientos de la Protectora Huellas

Tenemos que manifestar siempre nuestro agradecimiento en primer lugar a nuestros asociados, a las familias que apadrinan nuestros perros y gatos, y a todas aquellas personas que han colaborado y siguen colaborando desinteresadamente con nuestra asociación. Aquellas que todos estos años han aportado cabeza y corazón en la gestión de sus recursos, siempre de forma altruista y desinteresada. A todas las personas que han pasado por la Junta Directiva donde hemos tenido que tomar decisiones a veces difíciles y dolorosas, acompañadas de decepciones y frustraciones por lo difícil del camino, pero otras enormemente gratificantes con el tiempo. Y por supuesto, el hecho de haber encontrado personas maravillosas con un gran corazón, que tienen compasión para cuidar día a día la salud y el bienestar de los animales que protegemos. Solo el altruismo y la dedicación generosa sin recibir nada a cambio hacen posible proyectos como el de Huellas de Ávila.

Imagen cedida por la Protectora de Animales Huellas

www.protectorahuellas.org

info@protectorahuellas.org

Teléfonos 629165788-685840066

Autor: adeces asociacion
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