Por Miguel A.V.
Vaya por delante la consternación que me produce la pérdida de cualquier vida humana. Más trae causa en una tragedia, un desastre o un conflicto como la guerra de Ucrania.
En esta guerra, como en casi todas, la primera víctima es la verdad, alcanzando no solo a la información sobre el desarrollo bélico, sino también a otros aspectos esenciales. La guerra puede servir así para crear miedo en las poblaciones y alterar los precios de los alimentos o de la energía, con o sin razón.
La guerra de Ucrania pone de manifiesto que los lazos económicos definidos en la globalización no son suficientes para parar un conflicto armado cuando lo que está en juego es la redefinición de los polos de poder mundiales. Cuando esto se produce la economía se pone al servicio de las grandes potencias, mientras se incrementa la presión a las personas a través de una información confusa.
En estas fechas estamos viendo múltiples informativos que con trazo grueso definen a UCRANIA como el granero del Mundo. La realidad, es que UCRANIA no es el mayor productor de trigo, ni cereales. En ambos casos, según las estadísticas ocupa el octavo puesto en el ranking mundial (pincha aquí y aquí). Es evidente que si no se puede contar con su producción la demanda mundial se verá condicionada y los precios también, incrementando, además, el riesgo de crisis alimentaria, que buena parte de África puede sufrir por los efectos de la sequía en sus cosechas. Unos efectos, los de la sequía, que se dejarán sentir en la producción europea.
No obstante, es preciso completar la información, ya que, la Unión Europea se convirtió en el principal exportador de trigo del mundo en la campaña 2021/22, lo que debería ofrecer un colchón en sus precios. La UE, según la FAO, es el cuarto exportador de grano después de Argentina, Australia y Canadá.
Sin duda los conflictos, las crisis sanitarias, alimentarias, etc. deberán ocupar un lugar en las reflexiones de la UE y redefinir su política agraria, ya que, por encima de la energía, los riesgos alimentarios son más que evidentes en el nuevo mundo que se está diseñando.
No olvidemos que España, antes de la globalización, era autosuficiente en cereales y otros productos.
Por otra parte, la guerra, también ha servido para inflar los precios del petróleo y del gas. Respecto al primero recuérdese que el grupo Repsol ha comunicado a la CNMV que su indicador de margen de refino en España en el segundo trimestre del año se incrementó un 242%, hasta los 23,2 dólares por barril, frente a los 6,8 dólares por barril del trimestre anterior.
En relación con el gas, no deja de ser contradictorio que si somos una isla energética (por tanto no somos tan dependientes del gas ruso), ¿por qué lo suben? O por qué sube la electricidad hasta los niveles ahora conocidos, si tenemos más de un 60% de producción de renovables.
Y los alimentos, por ejemplo, el aceite de oliva que ha pasado de 2,98€ a 5,30€. Parece como si cada litro de aceite viniera solito en un camión.
En fin, con todo esto quiero señalar que es preciso que la información que recibimos no sea tan confusa o sesgada. Los ciudadanos somos mayores de edad para afrontar la información sin filtros. La opinión la ponemos cada uno de nosotros.