Por Belén Albert Lenze
En Madrid, al igual que en otras ciudades, la búsqueda de piso para alquilar se está poniendo complicada. No te das cuenta hasta que no te pones a ello, siempre piensas que es una dramatización exagerada de los que te cuentan su experiencia. Pero la dramática realidad existe y la búsqueda de piso se ha llegado a convertir en una especie de gincana donde tienes que ir sorteando los obstáculos hasta llegar a la meta, y más cuando tienes un presupuesto ajustado.
Es por todos sabido que los precios han subido, y que hay menos pisos porque muchos propietarios han dejado de alquilar por miedo o porque prefieren vender. El objetivo de este artículo es contar mi experiencia (a veces puede parecer surrealista o exagerada) por si a alguien le puede servir… aunque en el fondo tengo la esperanza de que con pequeños detalles se pueda cambiar la situación.
Comenzamos entonces “Los Juegos del hambre”
Descarga de aplicaciones para poder entrar en el juego
En mi caso, mi pareja y yo comenzamos descargándonos varias de las aplicaciones de búsqueda de piso: Idealista, Fotocasa, Mil anuncios… y cuando comenzamos a poner los filtros nos empezamos a dar cuenta de la realidad: un piso en el centro, de más de 40 m2 sin amueblar y que acepten animales, en el que no tengas que pedir un préstamo para poder pagar un alquiler, se empezó a convertir en misión imposible. La búsqueda podía comenzar en cientos, e iba bajando estrepitosamente, hasta que aplicabas el último filtro: Acepta animales. Entonces tu rango de posibilidades se reducía a 3.
Me llamó mucho la atención que buscando un piso sin amueblar no te dejen, por ejemplo, tener gatos, ya que por lo menos los míos, contra lo que arremeten es contra mi sofá. También me di cuenta que no valían de nada las explicaciones al decir que no tenía como mascota un caballo percherón, sino dos gatos esterilizados y encima uno de ellos sin dientes. La condición de “sin animales” englobaba todo tipo de ser vivo que camine sobre cuatro patas.
Por supuesto, tuvimos que dejar de aplicar ese filtro y contar con la esperanza de que en algún caso pudiera ser negociable.
El laberinto de las agencias
Tras las experiencias de los primeros días, abrimos un poco la zona de búsqueda más allá de la M-30 y subimos un poco nuestro presupuesto, pero nos encontramos con el segundo problema: no tratas directamente con el propietario, sino con una agencia en la mayoría de los casos o con un comercial.
Me llamó mucho la atención los pocos anuncios de SE ALQUILA que ves por la calle. Después comprobé que los pocos que existen desaparecen a los 5 minutos, y que muchos son gestionados por agencias que los anuncian a través de plataformas digitales. Y eso da pie al primer gran problema con el que se encuentra una persona al buscar piso: el monopolio de las agencias.
Actualmente la mayoría de los alquileres son gestionados por agencias, las cuales además de 2 meses de fianza (o más en algunos casos), un mes de depósito, el mes en curso, te piden otro mes de agencia o incluso un 10% de la suma del alquiler anual. Esto representa un gran problema, ya que para alquilar un piso tienes que disponer al menos de 4 mensualidades, de las cuales una la vas a perder simplemente porque una agencia haga de intermediario con el propietario.
Además, cuando consigues encontrar un piso que no esté reservado llega la gran aventura de conseguir concertar una cita para poder visitarlo. Hace unos años, y a lo mejor ese fue mi principal problema, el seguir pensando que la cosa sería igual, las citas las podías concertar según tu disponibilidad junto con la del propietario o incluso te acercabas y te lo enseñaba el portero. Ahora es como coger hora para el dentista, “tenemos el miércoles a las 10.45 de la mañana”. Y si no puedes, no te preocupes, ya hay 20 personas por detrás que quieren esa cita. Finalmente, si quieres tener alguna posibilidad en esta jungla inmobiliaria, tienes que adaptarte al juego y hacer encaje de bolillos para poder ir a ver algún piso (eso si no te cancelan la cita). En nuestro caso teníamos la suerte de que mi pareja y yo tenemos horarios contrapuestos por lo que yo iba a las citas de la mañana y él iba a las que podíamos concertar por la tarde.
Otro problema con el que te puedes encontrar es que determinadas agencias permiten reservar los pisos desde la web. También he vivido esa experiencia. Había concertado una cita para ver un semisótano casi sin ventanas y me encontré con que al llegar a la puerta, casi tocando el timbre y sabiendo que era la primera en visitarlo, me llegó un mensaje de texto diciéndome que el piso ya está reservado y que por tanto se cancela mi visita. Al llamar al comercial para ver si era un error, mi gran sorpresa fue que ni siquiera él sabía que las visitas se estaban cancelando porque ya estaba reservado, pero que efectivamente era así.
Mi sensación de indignación y surrealismo era tremenda (más de una hora perdida para nada), y más cuando me dice el comercial que eso ocurre a veces y que si en un futuro veo algún piso que me guste me recomienda que haga lo mismo, que lo reserve directamente abonando la cuantía correspondiente y 8 euros más, los cuales se convierten en una garantía de que si al ir a verlo no te convence te devuelven la reserva.
Concluyo, en consecuencia, que hoy puedes alquilar un piso igual que si te compras un secador: si no te gusta, te devolvemos el dinero. El problema es que al reservarlo has eliminado varias visitas y por lo tanto posibles arrendatarios. Pero eso da igual, porque la lista de espera es enorme, y solo eres uno más entre el montón.
Por cierto, si alguien se encuentra en ese momento, en el que te pasas la mañana o la tarde llamando a más de 20 teléfonos diferentes que sepáis que determinadas agencias que tienen como teléfono de contacto un 902 también disponen de un teléfono fijo, por lo que estaría bien que lo utilizarais a la hora de no tener que donar un riñón para pagar la factura de teléfono.
Comienza el “casting”
En este punto, y tras varias citas canceladas incluso en el mismo día, ya estaba un poco desesperada. Veíamos un anuncio en la pared, y en lo que tardábamos en coger el teléfono para hacer una foto y llamar, ya lo habían quitado. Se colgaba un anuncio en alguna de las aplicaciones de alquiler y al llamar tenías 20 personas que habían llamado antes. Aun así intentabas concertar una cita para verlo, y te decían que todavía estaba el inquilino anterior y que en cuanto estuviese libre te llamarían. Por supuesto, esa llamada nunca llegaba…
Al fin, un día, conseguí concertar una cita para que mi pareja fuese a ver un piso que le gustó. Ilusionados, porque conseguíamos ver un poco de luz al final del túnel, mandamos toda la documentación que nos pedían. Ya nos veíamos viviendo ahí, pensando en cómo íbamos a colocar las cosas… pero la agencia no nos decía cómo iban los trámites de la documentación, si cumplíamos las condiciones económicas… Tras varios días dando largas, nos comentaron que el propietario aun siendo 3 las parejas que estábamos interesados y cumplíamos los requisitos, les había pedido que concertase más citas para que él pudiera seleccionar entre más candidatos.
Me sentí como si me estuviera presentando a Operación Triunfo y decidimos seguir buscando y no esperar a que el señor se decidiera. Otra vez a empezar…
Las negociaciones… al final lo mejor es no decir nada
Un poco decepcionados por la experiencia anterior, seguimos buscando, viendo cosas alucinantes en Idealista como un piso de 37 m2 en el centro, 2.200 euros al mes; o piso (por llamarlo de algún modo) de 13 m2, 400 euros si vive una persona y 500 euros si viven dos. Es decir, que si estás más ajustado y casi tienes que pasar de canto para no chocarte con el otro, ¡te vamos a subir el alquiler! Realmente el tema es muy triste.
Sin embargo, continuamos con la búsqueda, hasta que conseguimos un piso que se nos ajustaba de precio, de tamaño y zona. Vaya, que nos venía bien, y que aunque se notaba que era muy antiguo y que necesitaba un lavado de cara, las demás cosas nos compensaban. Cumplíamos las condiciones y llegamos a un acuerdo con el comercial para firmar el contrato el lunes siguiente. En un momento dado, como acto de buena fe y para no tener problemas, le dije al comercial que como los armarios estaban muy antiguos y los baños también, pensaba invertir un poco de dinero en empapelar los armarios y pintar el baño. En principio al comercial le pareció muy bien y no había problema, pero mi sorpresa, y la del comercial, fue cuando el propietario se sintió ofendido por mi propuesta de mejora y canceló la firma del contrato. Ahí me di cuenta, que a veces es mejor no ser tan sincera y mantenerse calladita.
Por lo tanto volvemos a la búsqueda, ya que debemos añadir a la lista de inconvenientes, como tener gatos, el deseo estético de no vivir en la casa de Cuéntame. Esto, una vez más, nos hace tener que ampliar nuestra búsqueda incluyendo las afueras de la ciudad.
Pero lo triste, es que incluso en las afueras los precios y las condiciones son iguales.
Da la impresión de que no interesa que los madrileños vivamos en Madrid, y cada vez está más presente el descontrol que existe con el turismo, y el proceso de gentrificación.
Sinceramente, no sé cuál podría ser la solución. Solo espero que se entre en razón y se comprenda que las nuevas generaciones también queremos vivir en una casa digna y con un precio justo. Queremos cuidar de ella y queremos cuidar de nuestro barrio. No queremos ser exiliados contra nuestra voluntad por no poder pagar los precios desorbitados que existen hoy en día.
En nuestro caso, ocurrió el milagro. Encontramos un piso. Es cierto que no exactamente como buscábamos, sobre todo porque nos hemos ido a las afueras, pero en buenas condiciones y con un precio justo.
Al final los milagros existen, solo hay que tener mucha paciencia, un contrato indefinido durante más de 2 años, un avalista, 4 mensualidades ahorradas por adelantado, sin olvidar otra suma de dinero que solvente los trámites como dar de alta la luz, el agua, y un largo etc. ¡Qué triste! Solo espero que un futuro cercano cambie la situación inmobiliaria y este artículo se convierta en una experiencia obsoleta.
Con todo, lo más triste, es que algunas de las condiciones a las que tuvimos que hacer frente para disponer de un piso, como los meses de fianza, vulneran la Ley de Arrendamientos Urbanos.
Imagen (Archivo ADECES)