Con la EvAU a vueltas

Por el área de educación de ADECES

Ahora que la cosa está tranquila y que podemos analizar en frío la prueba de Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU), que ya no hay urgencias por colocar un mensaje. Ahora que ni políticos ni alumnos denuncian “las injusticias” de un sistema que devalúa la igualdad de oportunidades. Ahora que nadie corre el riesgo de no poder acceder a la carrera de sus sueños en la facultad que desea.

Ahora es el momento de hablar de la Selectividad y de decir, sin miedo a ofender a nadie, que el discurso de la “prueba única” para todo el Estado es un discurso que pretende conectar con los estudiantes que se sienten perjudicados ante la supuesta facilidad de las pruebas en comunidades autónomas distintas de la suya.

Veamos.

La quiebra de la igualdad de oportunidades. Como es sabido, la nota de acceso a la Universidad consta de dos partes. De un lado, la calificación obtenida en el Bachillerato, que representa el 60% de la nota de acceso. Por otra parte, la nota obtenida en las pruebas de Selectividad, cuyo peso en la calificación final es del 40%. Este reparto, en principio, no dice nada sobre la desigualdad de oportunidades.

Sin embargo, el estudio de las notas de los alumnos durante siete años, demuestra que las calificaciones de 9 y 10 en los centros privados puros alcanzan el 27,4 %, en los concertados el 23,9%. Mientras, en los centros públicos, rozan el 18%; por tanto, la desventaja de los centros públicos se sitúa entre los 6 y los 9,5 puntos porcentuales. En el caso de las calificaciones inferiores a 8 puntos, la diferencia de los centros públicos respecto a los privados es de 10 puntos porcentuales y en relación con los concertados de 3 puntos.

Decimos desventaja en el punto de partida, es decir, la calificación de Bachillerato, porque si la diferencia estuviese basada en los conocimientos adquiridos en los centros educativos, lo lógico, sería que las diferencias persistiesen en las pruebas de EvAU, pero no es así. En los exámenes de EvAU, una prueba anónima y objetiva, las diferencias se diluyen. En consecuencia, puede deducirse que los centros privados o concertados aprovechan su posición y favorecen a sus estudiantes con notas más altas en Bachillerato, lo que les otorga una ventaja comparativa evidente a la hora de elegir carrera y Universidad.

Este es, pues, el germen de la desigualdad de oportunidades, las calificaciones del bachillerato y su 60% de peso en la calificación final del acceso a la Universidad. Téngase en cuenta que un 31% de los alumnos que llega a las pruebas de EvAU proceden de centros privados (20,3%) o concertados (10,5%).

No obstante, la tipología del centro educativo no es la única desventaja, a ella hay que añadir la que se genera en algunas comunidades como Murcia que tiene un 28% de notas altas.

¿Qué medidas se pueden adoptar contra la desigualdad de origen en el Bachillerato?

La primera y más evidente es neutralizar la ventaja que aporta el Bachillerato a los alumnos de los centros privados o concertados sobre los de los centros públicos. Para ello, es preciso, rebajar el porcentaje de la nota de Bachillerato del 60% al 30%, dotando la nota de la EvAU de un peso del 70%.

¿Y con las diferencias que se originan en las puntuaciones en algunas comunidades autónomas? Para corregir esta desviación es necesario afinar los criterios de corrección a nivel nacional a través de la Orden en la que se regulan.

Adicionalmente debería de considerarse, tanto en un caso como en el otro, la creación de un “tribunal” evaluador independiente que revise las discordancias entre las notas obtenidas por los alumnos en el Bachillerato y la prueba de la EvAU, o procedan a revisar aleatoriamente los métodos de corrección de las comunidades que se aparten del comportamiento medio.

¿Y si se hiciese una prueba única a nivel nacional? Lo primero que hay que indicar al respecto es que la competencia en educación es compartida entre el Estado y las autonomías. En consecuencia, si se pretende hacer una prueba única habría que retirar las competencias educativas, al menos en Bachillerato, a las comunidades autónomas. Si esto se hace, se retiraría materia del currículum educativo, probablemente empobreciéndolo, además del enorme y trascendente cambio jurídico que esta medida representa.

También se puede recurrir a que solo se puntúe la parte de contenidos que fija el Gobierno central. Esto, inevitablemente, sí conllevaría una devaluación del currículum, porque como es sabido los centros en Bachillerato orientan las clases a la preparación de la EvAU, con lo que, en última instancia, dejarían de dar aquella materia curricular que fijan las autonomías, concentrándose en la que constituiría el eje de la Selectividad.

En conclusión, ¿por qué no dejamos de darle grandes vueltas a la EvAU y nos centramos en mejorarla con las herramientas que tenemos?

Autor: adeces asociacion
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