Por Jesús Generelo, Presidente de la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales)
En 2017 la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales, FELGTB, celebra su 25 aniversario. Han sido 25 años en los que nuestra sociedad ha experimentado un cambio espectacular en la percepción de la diversidad sexual, de género y familiar. Del estigma, el ostracismo, la invisibilidad casi completa se ha pasado a una situación en la que la igualdad legal es casi completa. Tras la aprobación en 2005 del Matrimonio Igualitario y en 2007 de la Ley de Identidad de Género que permite a las personas transexuales adecuar la documentación a su género auténtico España se situó a la cabeza de la defensa de los derechos del colectivo LGTB.
Sin remontarnos a los años en los que era ilegal (hasta 1979, tampoco hace tanto), venimos de una situación en la que ser lesbiana, gay, bisexual, o, mucho más, transexual (LGTB), era una vergüenza para muchas familias, algo que ni las propias personas LGTB muchas veces estaban capacitadas para aceptar. La salida del armario iba acompañada frecuentemente del estigma, la discriminación, la burla, la incomprensión o, en los casos peores, el despido laboral, la expulsión del hogar o la agresión. La adopción de leyes que promueven la igualdad y el trabajo de visibilización del propio colectivo LGTB ha ayudado a romper muchos estereotipos y prejuicios, y a la aceptación de esta diversidad como un elemento más de la riqueza de nuestra sociedad plural.
Sin embargo, la igualdad legal no necesariamente viene acompañada por la igualdad real. Si bien es verdad que las leyes reconocen esa igualdad del colectivo LGTB, los medios de comunicación lo tratan con mucho mayor respeto y existe mucha más visibilidad social, mediática y cultural, todavía nos encontramos con muchos obstáculos para la igualdad social plena.
La orientación sexual o la identidad de género son hoy, en esta España igualitaria, el principal motivo de acoso escolar y una de las principales causas de delitos de odio. Según recientes estudios, las personas LGTB son discriminadas con insultante cotidianeidad en los ámbitos laborales, educativo o en la prestación de servicios. Las mujeres y hombres transexuales siguen siendo considerados enfermos y su acceso a un puesto de trabajo es muy complicado. Etc., etc., etc.
Frente a esto, la Constitución establece que los poderes públicos han de remover los obstáculos que dificultan o impiden el ejercicio de las libertades o la igualdad. Por eso diversas comunidades autónomas han comenzado a desarrollar legislaciones por la igualdad del colectivo LGTBI: Cataluña, Extremadura, Baleares, Murcia, Madrid… Por eso, FELGTB ha presentado un texto de Ley estatal de Igualdad LGTBI que ha sido consensuado con docenas de organizaciones y que ya ha sido registrado en el Congreso de los Diputados. Por eso este texto debe ser apoyado por todo el arco político. Porque se trata del Derecho a Ser y a poder expresar ese Ser. Y ese derecho humano, el fundamental, no es de ningún color político. Es de los colores del arco iris.